Este fin de semana, Rawayana ofrecería en Caracas los primeros conciertos de su regreso a Venezuela con una gira nacionalque terminaba el 29 de diciembre en Margarita. Era el punto final del mejor año de la banda y nada mejor que celebrarlo con su gente. Rawayana quería regresar a casa, a los suyos, a quienes los han acompañado y apoyado desde el principio. La banda quería reencontrarse con sus amigos, con su familia, pero sobre todo con su público.
A pocos días del regreso de Rawayana, cuando todo estaba listo, los shows se cancelaron. Poco a poco, los venues comenzaron a desligarse de las presentaciones, lo que generó una ola de incertidumbre entre los fans de la banda. Todo ocurrió dos días después de que Nicolás Maduro criticara al grupo por el tema “Veneka”, canción que la banda lanzó en octubre y abrió un debate sobre la resignificación del término que algunos aún consideran ofensivo, incluido el líder del PSUV. Tema que algunos circuitos radiales sacaron de su rotación como medida de «precaución». De hecho, suena poco o casi nada Rawayana en la radio venezolana.
La cancelación de la gira va más allá de una simple canción, es un tema político, un castigo por el apoyo de la agrupación a María Corina Machado y a Edmundo González Urrutia antes y después de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, en las que Maduro fue proclamado vencedor, pero que la comunidad internacional reconoce como fraudulentas.
Rawayana no tuvo otra opción que poner distancia física con Venezuela. Se despidió sin querer hacerlo. No saben sus integrantes cuándo podrán regresar, pero esperan que sea pronto y en libertad. Mientras tanto, se aventuran a conquistar el mundo con su música, la misma con la que se ganaron el cariño del público venezolano y cuya intención –insistieron– jamás ha sido dividir, todo lo contrario.